Danzantes con vestimentas indígenas desfilaron por una amplia avenida de la capital mexicana, seguidos de una carroza que transportaba una figura de seis metros (20 pies) de alto de la diosa Mictecacíhuatl, presentada como “la reina del inframundo, la guardiana de nuestros huesos”, la cual llevaba un penacho de plumas rojas y un cráneo en la mano derecha.